sábado, 7 de agosto de 2010

CANDIDATO ALTERNATIVO

Los candidatos respondían a partidos políticos tradicionales y estos, a su vez, buscaban alianzas entre posiciones relativamente afines. La norma se rompió dramáticamente en 1925.

Vicente Huidobro, el primer candidato alternativo de la historia política chilena, fue ungido aspirante a la Presidencia por una extraña coalición formada por estudiantes universitarios, reunidos en torno al grupo Acción, y militares de tendencias izquierdista, liderados por Marmaduke Grove.

Era, por cierto, testimonial como varias de las que se conocieron en Chile más tarde, que se proponía “cobijar a todos los hombres sanos del país, hastiados del desorden y el ladronaje exagerado de los últimos 20 años de la vida política de Chile”. El poeta llega de Europa tras una ausencia de siete años y su primera impresión, era que Chile no había experimentado ningún adelanto “Creen que adelanto es vivir de ilusiones. Siempre las mismas caras tristes. La gente baila llorando y me han dicho que en el Parque Forestal a las parejas las iluminan con linternas. Es un síntoma de la idiotez reinante. Querer reducir toda una ciudad a un patio de colegio jesuita”.

Huidobro se tomó las cosas más o menos en serio. Nombró un jefe de campaña, el poeta Juan Guzmán Cruchaga, padre del primer juez que procesó a Augusto Pinochet; redactó un programa de gobierno en que los “decretos deberán ser en verso”, y lanzó una publicación que duró tres números en su primera etapa y que se dedicó a denunciar abusos y corrupción de funcionarios públicos y comerciantes. Tal como los hacen los políticos tradicionales, el comando de Huidobro organizó una proclamación formal en el Teatro septiembre, en Alameda con esquina Lira. Pero el candidato no alcanzó a pronunciar su discurso: esa mañana de domingo, los partidarios del candidato José Santos Salas irrumpieron en el teatro y frustraron la proclamación.

Una semana después, a pocos días de la elección, Huidobro abandono su candidatura y el país por la joven y aristocrática Ximena Amunátegui, de 16 años, con quien se refugio en Paris. Su nombre ni siquiera apareció en la papeleta de votación. Pero al año siguiente, el poeta volvió y se presento a diputado. No ganó, pero al menos esta vez si apareció en la papeleta.

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