martes, 3 de noviembre de 2009

PASEO CON COLOMA

Eduardo Frei Montalva admitía en sus comienzo como parlamentario cierta distancia mental con el “padre” Coloma, como denominaban los periodistas al senador conservador Juan Antonio Coloma, abuelo del senador UDI. La razón es que no podía olvidar que Coloma, como el obispo Augusto Salinas, habían pedido la excomulgación de los miembros de la Falange, en 1947, porque esa colectividad, antecesora de la Democracia Cristiana, no aceptó la Ley de Defensa de la Democracia, que puso fuera de la ley al Partido Comunista.

Frei entendía que Bernardo Leighton se paseara con Coloma por los pasillos del colegio, “porque en el hermano Bernardo todo gesto de amistad es posible”. Sin embargo, Frei, en su viaje que varios parlamentarios realizaron en 1956 a Estados Unidos, invitados por el Departamento de Estado, “descubrió” a Coloma.

Reconoció que, al comienzo, no le hizo ninguna gracia que uno de sus compañeros de viaje fuera Coloma. En el avión apenas cruzaron un saludo. Pero en Nueva York, en la habitación del hotel, cuando Frei se aprontaba a acostarse, sonó el teléfono. Era Coloma.

“¿Qué vas hacer?”, le preguntó. “Dormir” fue su respuesta. “¿No te gustaría dar una vuelta?”, insistió Coloma.

Frei demoró la respuesta. “¿Qué le puedo contestar a este gallo? ¿Qué se traerá bajo el poncho?”, pensó. Con poco ánimo, contestó: “Bueno, si tú quieres”

Lo que Frei temía no se produjo. Lo que quería Coloma era conversar de todo, menos de política, y particularmente pasearse por Broadway y la Quinta Avenida, conocidos sólo por las películas, fascinantes para un provinciano como él, y que estaban allí, a metros del hotel.

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